La cautividad no debería existir

Llevo unas semanas que en mi cabeza circula un "run-run" que necesita ser expresado. Y con la noticia de ayer que desgraciadamente son protagonistas cinco elefantes, es improlongable redactar estas líneas.

La cautividad es un hecho que en este siglo que tanto se nos llena la boca de ser respetuosos, debe dejar de ser una realidad. Toda justificación que demos para que un animal sea cautivo y no libre, es una vil excusa de nuestra enfermedad: queremos poseer todo.

¿De qué sirve que en zoológicos o colecciones privadas existan especies que en su hábitat han desaparecido? Si es reciente puede haber una oportunidad, pero casos como el guacamayo de Spix que hace tanto tiempo que no habita y los cambios del terreno han sido drásticos y hostiles, es un trabajo estéril y una agonía para unos animales que su ADN pide libertad y no estar encerrado en un recinto limitado. Seguir esas líneas de trabajo sólo nos lleva a un sitio: esas organizaciones su ego es reforzado por tener algo exclusivo y que la gente paga por verlo. Mientras otras especies que sí podemos ayudarlas son olvidadas. Hasta que dejen de existir y queden sólo los ejemplares que el humano pueda sacarle provecho económico. Entonces será cuando apareceremos con la bandera de salvadores.

Aunque el punto más vergonzoso es el de la utilización de animales para el disfrute humano. Ya sean shows en zoológicos o los circos, son sin duda la asignatura que hay que aprobar urgentemente. Por mucho que se quiera justificar esos animales son maltratados. Da igual el tipo de instalación donde habiten: sólo el hecho de tener que realizar un entrenamiento para que obedezcan órdenes, psicológicamente reciben un daño irreparable. Ya si incluimos que el show obliga a realizar acciones que van contra su etología, tenemos el pack completo.

Soy consciente que no nos educan ni enseñan todo. Desde pequeña hasta ahora he ido adquiriendo conocimientos y experiencias que me han ido abriendo los ojos hasta el punto de lo injustos que somos los humanos con el resto de seres vivos. Por eso he ido evolucionando mis actos hasta culminar con Universo Agapornis, que es un espacio que intenta cuidar lo que se tiene pero no quiere fomentar que tengamos más animales en cautividad. Soy el azote de los círculos de criadores y mi mayor victoria es poderme enterar que he quitado la venda de los ojos a alguna persona no adquiriendo más animales o incluso que decidan formarse para trabajar en proyectos de conservación in situ.

Los cambios no se pueden hacer bruscamente, con lo que a diferencia de otros colectivos no pido el cierre definitivo, pero sí creo que hay pasos que no se han dado y que podemos hacerlos. Así iremos estando preparados para dar otro paso y en algún momento de la historia humana, lleguemos a la meta que ansiamos todos.

Uno de estos objetivos a corto plazo es que una vez por todas los circos dejen de tener animales. No hay ningún argumento aceptable en la sociedad actual para mantenerlos y hay ejemplos de circo sin animales con una cantidad abrumadora de espectadores que hace pensar en un nuevo modelo sí es posible. Y dejar de tener animales no es sinónimo de desaparecer.

No quiero más noticias donde un animal que sea propiedad de un circo sufra daño. Sea directamente en la actividad o como ha sido este caso, que por tener que ser transportados sufran un accidente.

Que nos quede claro: el único sitio correcto para un animal es su lugar de origen.
Por un mundo que los circos sean sin animales.